Se trata de un ingreso del Estado a todo ciudadano cuya promoción suele atribuir a la izquierda pero que tiene un trasfondo mucho más transversal
¿Subsidio? ¿Ayuda? ¿Gasto? ¿Inversión? El concepto ‘Renta Básica’ está haciendo mucho ruido en los últimos años, pero ni todo el mundo sabe de qué hablamos cuando nos referimos a esa renta básica, ni siquiera todo el mundo defiende o critica lo mismo.
En España este concepto está ligado a las reivindicaciones de la izquierda desde que lo incluyera Pablo Iglesias, en su campaña electoral de 2015. En esa línea lo enarbolan el centenar de parados agrupados en el colectivoMarea Básica que se acaba de echar a la carretera en León y que en su ruta de 14 días a pie espera llegar a Madrid el próximo 24 de Marzo convertido en casi medio millón personas.
Lo que no todo el mundo sabe es que la renta básica tiene un trasfondo mucho más transversal e incluso destacados representantes del liberalismo y el capitalismo más genuino lo defendieron en el pasado y lo hacen también en el presente. Hasta el gobierno de Mariano Rajoy está trabajado en ello.
En general se parte de una definición común. La renta básica es un ingreso que el Estado abona a todos los ciudadanos, por el simple hecho de serlo, no hay ningún otro criterio que module su recepción.
Milton Friedman ya defendió un ingreso básico para todos
Los motivos para defenderla son variados. El histórico economista liberal Milton Friedman, apoyaba la renta básica como una medida que otorga una mayor libertad de gasto al dinero público. Frente a las ayudas finalistas como pueden ser subsidios asistenciales o becas educativas, por ejemplo, con la renta básica el dinero se entrega al ciudadano y él es libre de utilizarlo como mejor considere. Esta medida además consigue desestigmatizar los actuales subsidios que ahora reciben parados, personas y familias en exclusión social, etc.
El español Niño Becerra ha manifestado en varias ocasiones, como muchos otros, que la renta básica es necesaria para mantener la paz social en un contexto laboral que tiende a tener una población activa que ya no tiene perfiles para encontrar un nuevo empleo en la nueva economía.
Este razonamiento, entronca con la visión de la renta básica universal que defienden en el marco del Foro Económico Mundial y en Silicon Valley. El economista Scott Santens, en el marco del Foro Económico Mundial, definió la renta básica como: “la nueva base sobre la que transformar un presente precario y construir un futuro más sólido”.
En Silicon Valley ven la renta básica como una vía sostenible para sustentar lo que denominan la “uberización de la economía” y la competencia de los robots. Empresas que sustituyen las relaciones laborales por relaciones mercantiles mucho menos seguras, estables y, en muchos casos, menos beneficiosas para los trabajadores. Y al mismo tiempo máquinas que generan valor para la economía, pero que aniquilan empleos.
Incluso, en Silicon Valley se está imponiendo una visión mucho menos pesimista de la renta básica. El creador de la famosa aceleradora de empresas tecnológicas YCombinator, Paul Graham, el inventor de Tesla, Elon Musk, o el creador de Facebook, Mark Zuckerberg, son algunos de los que defienden que los recursos básicos universales serían como un colchón para los trabajadores cuyos trabajos podrían ser reemplazados por automatización o robots.
Además, tener asegurados unos ingresos asegura que se incentiva la creatividad y la innovación. Con una renta básica no sería necesario dedicar tiempo a empleos mal pagados para obtener el dinero con el que pagar alquiler, comida y ropa. Habría más margen para arriesgar en la creación de empresas y en proyectos innovadores que crearan riqueza. Incluso el presidente YCombinator, Salm Altman, publicó en su blog, una oferta de empleo para quien quisiera dedicarse a investigar en exclusiva sobre cómo desarrollar implementar y financiar esta medida.
¿Cómo se financia la renta básica?
Frente a todo este optimismo, llegan los detractores con argumentos como “se fomentaría la gandulería” o es “infinanciable y egoísta” como ha asegurado en prensa el economista Juan Ramón Rallo, porque no tiene sentido dar lo mismo al pobre que al rico. Y, sobre todo, dejan caer una pregunta aplastante ¿De dónde sale el dinero para esta renta básica?
Asegurar si unos ingresos mínimos dispararían o no el número de personas dedicadas a vivir exclusivamente del subsidio estatal es un tema que daría para muchas tertulias televisivas. Los detractores de la medida están convencidos de ello, los defensores aseguran el no serían muchos más ciudadanos que los que actualmente reciben subsidios los que se sentirían cómodos con esos ingresos básicos. Aunque lo más certero sería analizar las experiencias reales que se han hecho hasta ahora en distintas partes del mundo y ver el resultado.
Experiencias piloto
Algunos destacados ejemplos de esos intentos son la ciudad de Dauphin, en Canadá. El intento se hizo entre 1974 y 1979. Durante esos años se implantó, con resultados positivos, una ayuda generalizada del 60% del salario mínimo. Hubo reducción de horas de trabajo por bajas maternales, pero también un incremento de productividad derivado de que los trabajadores incrementaron su formación. Y lo que es mejor, la calidad de vida y la felicidad de sus habitantes se incrementó considerablemente.
También se habla bien del experimento ugandés. En 2016 se aprobó una renta de 370 dólares mensuales para los habitantes afectados por el conflicto bélico que vivían al norte de país. Sus ingresos medios se incrementaron en los años posteriores un 41% más que otros habitantes en la misma situación que no habían tenido esa ayuda.
Una treintena de ayuntamientos de los Países Bajos, llevan desde 2016 desarrollando un piloto de renta básica, y también en pruebas está Finlandia desde el 1 de enero de 2017 y hasta finales de 2018, ha elegido a 2000 ciudadanos al azar para recibir 560 euros mensuales y analizar sus reacciones. En Ontario, también en Canadá, se puso marcha otro experimento en 2017, con la intención de proporcionar ingresos básicos a 4.000 personas de tres comunidades diferentes.
La situación en España
A la espera de los resultados de estas últimas iniciativas, la gran duda que pesa como una losa sobre este concepto es el coste de su aplicación a gran escala ¿Cómo se financia una renta básica para todos los ciudadanos en España o EEUU, por ejemplo?
Desde la Marea Básica, aseguran que no es cuestión de cantidad de dinero, sino de su uso y destino. “Hay que poner el objetivo del gasto público en erradicar la pobreza. Hay dinero de sobra que ahora se gasta en infraestructuras inservibles que solo buscan generar comisiones corruptas. Tampoco tiene sentido que León, por ejemplo, se esté gastando ingentes cantidades de dinero en un stand en Fitur en promocionar la capitalidad gastronómica y en eventos de alta cocina, cuando en edificio de al lado hay un comedor social que no tiene fondos ni para comida suficiente ni para arreglar sus instalaciones”, denuncia Ramiro Pinto, uno de los portavoces del movimiento que avanza hacía Madrid.
Pero pasar de esa denuncia teórica a una solución práctica y aplicable no es fácil. En España hay una iniciativa legislativa popular con apoyo de sindicatos, PSOE y Podemos. Al mismo tiempo, el Gobierno español ha encargado a la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal que haga un estudio sobre el impacto que una medida de este tipo podría tener en España. La AIReF tiene nueve meses de plazo para presentar sus resultados y ver si se confirma o no lo que su presidente, José Luís Escrivá, adelantó ante la comisión de Empleo del Congreso el pasado mes de noviembre: que el coste podría estar entre 6.000 y 15.300 millones de euros en función de la amplitud que se le diera a esa renta básica.
Lo que está fuera de dudas es que el tema se ha colado en la Agenda política y mediática y todo a punta a que va a hacer mucho ruido en las próximas semanas y meses.