Los empresarios se distancian del independentismo

Los empresarios se distancian del independentismo

El Pacto Fiscal (con mayúsculas) fue una buena idea de CiU. Primero, responsabilizaba de los recortes no a la Generalitat (pese a que renunció a los ingresos del impuesto de sucesiones y retrasó la tasa turística), sino al déficit fiscal con el Estado. Segundo, dicho déficit es una realidad (su cuantía es más discutible) y el pacto fiscal (con minúscula) negociado por Montilla y Castells con elGobierno Zapatero fue incumplido, en parte por la grave crisis fiscal española. Y la reivindicación fue asumida por la sociedad catalana, hastiada de las escasas inversiones del Estado. Ahí está el caso lacerante del corredor del Mediterráneo. Por eso el apoyo del empresariado e, incluso, de los sindicatos.

Pero al meterle carga nacionalista, Artur Mas se quedó sólo con dos socios políticos, ERC e ICV, con poco peso en Madrid. El fracaso estaba cantado porque el PP había obtenido mayoría absoluta y no necesitaba a CiU. Por eso surge la idea de una gran manifestación el 11 de setiembre (Diada Nacional de Catalunya) para respaldar la petición ante el Gobierno de Rajoy. El apoyo parlamentario era mayoritario en el Parlament de Catalunya pero insuficiente, ya que el PP y el PSC -que tuvieron más votos en las últimas legislativas que CiU, ERC e ICV juntas- no la secundaban. Sin embargo, este hándicap debía ser corregido con una gran movilización ciudadana, que el propio Artur Mas jaleó a mediados de agosto.

Pero el hombre propone y Dios dispone. El grupo convocante, la llamada Asamblea Nacional Catalana, la centró exclusivamente en la independencia. Muchos sectores de CDC, olvidando el Pacto Fiscal, se subieron al carro con fervor (algunos analistas dicen que incitados por la familia Pujol) y, al final, la intensidad de la manifestación -tanto por la gran movilización como por el grito independentista- superó todas las previsiones. Además, la ausencia de crispación le dio más autoridad moral.

Por eso, al día siguiente, Mas asumió plenamente “el clam (el clamor)” independentista. Ahora las elecciones anticipadas son casi inevitables, porque CiU no tiene mayoría parlamentaria y su aliado de la legislatura, el PPC, no votará los presupuestos. Y ERC exigiría una aceleración independentista (la consulta) que CiU no puede asumir.

Pero CiU ha ganado siempre desde la  moderación, y se presentó a las últimas elecciones catalanas (finales de 2010) con el slogan “Per una Catalunya millor”. Cierto que desde la sentencia del Constitucional contra el Estatut ha habido una creciente “desafección” hacia España (advertida por Montilla incluso con anterioridad), pero la independencia asusta al empresariado, que teme el castigo del mercado español(recuerdan el boicot al cava por las declaraciones de Carod contra la designación de Madrid para los JJ.OO de 2012) yotras consecuencias económicas. Por ejemplo, ¿qué pasaría con Caixabank y el Banco de Sabadell en una Catalunya independiente todavía no miembro de la UE? ¿Seguirían bajo la tutela del Banco de España? Además, muchos dirigentes de CiU saben que para ganar, máxime tras los recortes presupuestarios, necesitan movilizar a todos sus electores y no asustar a los más moderados y de más edad, poco proclives a salir a la calle pero que son uno de sus graneros de votos.

Mensajes contradictorios en el mundo nacionalista

Y así, el mundo nacionalista empieza a emitir mensajes contradictorios. El domingo, Jordi Barbeta, un periodista que conoce muy bien CDC, titulaba así su artículo en La Vanguardia: ‘Mas incorporará el “Estado propio” en su programa electoral’. Y en esta línea, la animadora de la Asamblea Nacional Catalana, Carme Forcadell, que había salido exultante de su encuentro con Mas, aseguraba que la reunión Mas-Rajoy sería “un puro trámite”. Es lo que respira gran parte de la prensa catalana, que da por superado el pacto fiscal.

Sin embargo, el mismo diario abría su portada del domingo asegurando que “El empresariado pide agotar la vía del pacto fiscal”. Añadía que el Foment (la patronal catalana que presidió Juan Rosell antes de la CEOE), la Cámara de Comercio y la Cecot (patronal mas pequeña y próxima a CDC) “apoyan el plan de Mas ante su cita con Rajoy”, pero que “las multinacionales y el mundo financiero son más críticos”. En realidad, explicaba que los empresarios respaldan a Mas en el pacto fiscal, pero no respecto al “Estado propio”.

Para corroborarlo, el president del FomentJoaquim Gay de Montellá, decía ayer, en unas medidas declaraciones a El Punt, que una hacienda catalana decidida unilateralmente tendría problemas “porque puede generar dudas sobre el reconocimiento de los pagos” y abogaba por su concertación en el ámbito estatal. Y sobre la independencia, afirma que hay que tener muy en cuenta que el 60% de las ventas van al resto del Estado y que no querría que las empresas catalanas tuvieran más dificultades que las de otras CCAA para vender en el resto de España. Es difícil decirlo más suave, pero queda dicho.

El mundo económico no manda en CiU, pero cuesta creer que cualquier partido responsable se lance a una aventura que suponga la ruptura con España si los empresarios lo ven peligroso. Quizás por eso CiU hizo salir ayer a la palestra a Durán Lleida para, contradiciendo aparentemente a Mas, decir que hoy el único objetivo es el pacto fiscal. Lo dice Durán y Mas no se moja. Pero el propioconseller de Economía, Andreu Mas-Collell, un prestigioso y equilibrado economista que no ha dudado en afirmar que una Cataluña independiente es viable y, hace poco, que “el Estado español es el único banco que le queda a Cataluña”, acaba de declarar a Le Monde que la independencia sólo será posible si es el fruto de un consenso con España. Pero si España rechazó, porque fue recurrido por el partido hoy gobernante, la integridad del Estatut del 2006, es difícil que hoy “consensue” el divorcio.

La gran manifestación del 11 refuerza a Artur Mas ante Madrid para negociar el pacto fiscal pero, al mismo tiempo, le debilita porque le fuerza a enarbolar también la bandera de la “transición nacional” hacia el Estado propio sino quiere divorciarse de los manifestantes (cerca de un millón) que sólo corearon el grito de independencia. Mas se ha colocado en una difícil situación. Para ganar necesita a los que aspiran al pacto fiscal (Durán Lleida y la gran mayoría del empresariado) pero también a lo que quieren la  independencia ya (la Asamblea Nacional Catalana y muchos militantes de CDC). Y no es seguro que, pese a su indiscutible habilidad, logre cabalgar dos caballos a la vez.

¿Pone fin “el clam” independentista a la praxis del president Maciá en la II República, más recientemente del president Pujol, de que “mas vale un mal arreglo que un buen pleito?

Fuente: El Confidencial

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