MEGATRATADOS DE LIBRE COMERCIO: PROMESAS Y CONTROVERSIAS

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Por: Ines Carel

 

Ginebra, 16 de diciembre.- Son tres tratados de libre comercio e inversiones. Se llaman Trans Pacific Partnership (TPP), Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP) y Trade in Services Agreement (TiSA). Julian Assange, el fundador de Wikileaks, los llama los tres T.

Todos tienen el propósito de facilitar el libre tránsito de mercancías y servicios entre los Estados firmantes, pero no lo hacen únicamente reduciendo aranceles.

En el caso del TTIP se trata, por ejemplo, de estandarizar las normas entre Estados Unidos y la Unión Europea: en concreto, la regulación norteamericana sobre los alimentos, mucho más flexible que la europea, se aplicaría en el Viejo Continente. Esto implicaría, entre otras cosas, la legalización de prácticas como el desplumado con cloro de pollos aptos para el consumo humano, actualmente prohibida en Europa. Adicionalmente, los organismos genéticamente modificados (OGM) podrían venderse en territorio europeo.

En cuanto al TPP, sus críticos dicen que su aplicación favorecería a la industria farmacéutica pues prolongaría la vigencia de las patentes sobre medicamentos, lo que implica el mantenimiento de su alto costo a mediano plazo. Por ejemplo, en un comunicado del 5 de octubre pasado, Médicos sin Fronteras se pronunció en contra del TPP argumentando que “los grandes perdedores son los pacientes y los provedores de tratamientos en los países en vía de desarrollo”.

Por su parte, se teme que el TiSA reduzca los estándares de proteccion de la privacidad, mucho más elevados en Europa que en EEUU. En la práctica esto significaría una mayor vigilancia por parte de las autoridades europeas sobre comunicaciones privadas, como llamadas telefónicas, mensajes de texto o correos electrónicos de carácter personal.

Aunque es difícil saber concretamente qué contienen los tratados ya que se han negociado en secreto, Panorama consultó con diferentes expertos para averiguar qué tienen en común.

Esto nos respondieron.

Los tres T incluyen la creación de un mecanismo de arbitraje privado entre corporaciones y Estados

Este mecanismo de arbitraje de diferencias Estado-inversor tiene también su propio acrónimo, ISDS, que viene de su nombre en inglés: Investor-state dispute settlement. En concreto, ¿qué es?

Según el periodista independiente inglés Matt Kennard, quien ha escrito varios artículos sobre este tema para el periódico The Guardian, el ISDS es “un sistema por el cual las compañías pueden demandar a los Estados por pérdida de beneficios, creado en los años 50 durante la descolonización”.

Para Kennard, como los Estados occidentales y los poderes imperiales estaban perdiendo control sobre sus colonias “también tenían menos influencia para cuidar sus inversiones, así que crearon el ISDS para poder protegerlas por un mecanismo internacional que les permitiera evitar las cortes locales”. Sin embargo, agregó, “sean cuales sean las razones de su fundación, se ha vuelto completamente perverso”.

En el informe que presentó el pasado 26 de octubre ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York, el experto Alfred de Zayas explicó que el ISDS permite que “los inversores [recurran] a tres árbitros que, en procedimientos confidenciales, deciden si sus derechos y la inversión han sido violados por un Estado”.

El problema, añadió De Zayas, es que los tribunales de solución de controversias pueden entrar en materia respecto a las demandas de los inversores contra los Estados, pero no viceversa. Por ejemplo no tienen competencia “cuando los inversores violan leyes y reglamentos nacionales, contaminan el medio ambiente y el suministro de agua, introducen la utilización de organismos modificados genéticamente potencialmente peligrosos, etc.”.

“Lo que empezó como un mecanismo bastante simple en el que si te expropiaban ilegalmente tus inversiones, por ejemplo en Indonesia, el Congo o Nigeria, tenías recursos para que te compensaran, ha evolucionado, desde el fin de la Guerra Fría, hacia un sistema en el que puedes demandar a Estados no solo por expropiación directa, sino por lo que ellos llaman expropiación indirecta”, es decir, la pérdida de ganancias futuras, explicó Kennard.

“Más de la mitad de los Estados del mundo ya han sido demandados por estos mecanismos”, nos confió por su parte Juan-Luis Pasarelli, periodista independiente guatemalteco residente en Londres. Su afirmación coincide con la hecha por De Zayas en su informe: “según el World Investment Report 2015 hay 608 casos conocidos de solución de controversias entre inversores y Estados, 99 de los cuales han sido demandados en una o varias reclamaciones conocidas”.

Cuando los Estados pierden la demanda, tienen que pagar una compensación que puede ser de billones de dólares. Por ejemplo, la empresa estadounidense Occidental Petroleum demandó a Ecuador por 2400 millones de dólares en 2006. Actualmente, luego de años de litigio, la demanda se mantiene, pero la pretensión económica de la empresa ha bajado a 1000 millones. “El monedero de todos los pagadores de impuestos puede ser atacado cuando un ISDS es incluido en un tratado”, comentó Kennard.

Otro caso emblemático del recurso a este mecanismo es el que hizo Philip Morris contra Uruguay en 2010. La empresa de tabaco “interpuso una demanda contra el Uruguay por sus regulaciones contra el tabaco”, explicó Alfred de Zayas en su informe. Estas leyes para la lucha antitabaco están hechas de conformidad con el Convenio Marco contra el Tabaco de la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, Philip Morris pidió al Estado una indemnización de 25 millones de dólares.

Según el experto De Zayas, “la parálisis normativa derivada de la mera existencia de un sistema de solución de controversias entre inversores y Estados ha disuadido, y podría disuadir en el futuro a los Estados, de tomar medidas para respetar, proteger y cumplir sus obligaciones en materia de derechos humanos”.

Kennard llamó este fenómeno “el silencioso enfriamiento de las decisiones democráticas”. En concreto, el periodista dio un ejemplo de Guatemala: según consta en documentos que obtuvo, el Gobierno pensaba cerrar la mina de oro Marlin, propiedad de la compañía canadiense Goldcorp, cuya explotación tenía efectos adversos en la salud de la comunidad local. “En la discusión sobre el cierre de la mina, uno de los puntos principales en consideración era saber si eso los sometería a un caso de ISDS”. Según el periodista, la mina Marlin sigue abierta.

Otro de los mecanismos que emplean las compañías para impedir que los Estados legislen en contra de sus intereses financieros es el envío de cartas a los Gobiernos para explicarles que una ley podría someterlos a un caso de ISDS. “Es una forma de chantaje”, explicó Kennard. “Llegará el día en el que habrá tantos tratados que harán a los Estados vulnerables que a la gente ni se le pasará por la cabeza tramitar leyes que podrían afectar a las corporaciones extranjeras que trabajen en su país”.

Los mecanismos ISDS se encuentran en los tres megatratados de libre comercio, a pesar de las fuertes oposiciones de la sociedad civil, como la marcha que se dio en Berlín el pasado 10 de octubre cuando 250 000 personas salieron a protestar en contra del TTIP, el tratado entre la Unión Europea y Estados Unidos.

Los tres T están siendo negociados en secreto

“De no haber sido porque Wikileaks publicó varios capítulos de los acuerdos de libre comercio que se estaban debatiendo, el necesario debate público ni siquiera habría comenzado”, declaró en su informe a la ONU el experto De Zayas. La primera filtración fue en octubre del 2013, cuando Wikileaks consiguió publicar un capítulo del TPP.

“No hay información. Tienes varias declaraciones de gente, pero no se pueden ver los documentos, ni se sabe nada de las negociaciones. A no ser que haya una filtración, no hay gran cosa que un periodista pueda cubrir”, admitió Kennard.

Cuando Barak Obama y David Cameron anunciaron en 2013 el principio de las negociaciones para un tratado entre la Unión Europea y Estados Unidos, lo justificaron diciendo que el acuerdo traería crecimiento económico y prosperidad, argumentos comunes de los defensores del libre comercio. Si esto es verdad, la pregunta es casi obvia: ¿Por qué los están negociando en secreto?

Los tres T incluyen a Estados Unidos y excluyen a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica)

Según Wikileaks, los tres tratados tienen el propósito de crear un espacio privilegiado en el que quepan “53 países, 1.6 billones de personas y dos tercios de la economía global” poste.

Matt Kennard explica así las razones detrás de esta voluntad: “en los últimos años, China ha crecido masivamente y está tratando de invertir inmensas cantidades en América Latina, África e incluso partes de Asia Central. Además, el poder global de Estados Unidos está declinando, no militar, sino económicamente y China posee casi toda la deuda norteamericana. Así que lo que Estados Unidos está intentando hacer es asegurar su posición de imperio”.

Según Kennard, es un plan en dos etapas: la militar y la económica. En principio, “Obama ha anunciado su plan de un ‘pivote a Asia’ en el que estaciona más tropas en Australia y diferentes Estados clientes en Asia del Este”. Luego, se trata de “formalizar” el polo económico de Estados Unidos, a través de estos tres tratados, que excluyen a China y a otras superpotencias emergentes.

Con respecto a América Latina, Kennard opina que es “la única región donde hay países que están intentando salir del sistema y no porque se estén acercando a China, sino porque lo están haciendo de manera independiente”. En especial Ecuador, Bolivia y Venezuela “están tratando de salirse del sistema ISDS, pero también de forma más general del modelo de desarrollo del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial”. Estos países “están tratando de cancelar sus tratados bilaterales de inversión y de tener una política económica nacionalista que no dependa completamente del paternalismo de Estados Unidos”.

El TPP ya fue firmado por los diferentes Estados partes, entre los que se encuentran Chile, México, Perú y Estados Unidos, pero aún tiene que ser aprobado a nivel interno, por ejemplo, por los Congresos nacionales. En Europa, la sociedad civil se está organizando en contra del TiSA y del TTIP, y ya llevó a cabo la multitudinaria marcha en Berlín y también eventos como el “Camp No-TTIP”, una serie de mítines y marchas durante casi una semana en Bruselas.

Adicionalmente, activistas han declarado varias zonas como fuera del alcance de estos tratados para mostrar su desacuerdo. Por ejemplo, la ciudad de Ginebra se ha declarado fuera del TiSA, el único de estos mecanismos que se aplicaría en Suiza.

Sin embargo, estos megatratados de libre comercio son un proyecto de muchos gobiernos que gozan del respaldo de los sectores empresariales. El resultado de la lucha entre estas dos tendencias es todo menos claro.

 

Fuente: http://panorama.ridh.org/megatratados-de-libre-comercio-promesas-y-controversias/

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